sábado, 31 de enero de 2015

362. ¿Qué es la bienaventuranza eterna? (Segunda parte - continuación)



362. ¿Qué es la bienaventuranza eterna? (Segunda parte - continuación)    


(Compendio 362 - repetición) La bienaventuranza consiste en la visión de Dios en la vida eterna, cuando seremos en plenitud «partícipes de la naturaleza divina» (2 P 1, 4), de la gloria de Cristo y del gozo de la vida trinitaria. La bienaventuranza sobrepasa la capacidad humana; es un don sobrenatural y gratuito de Dios, como la gracia que nos conduce a ella. La promesa de la bienaventuranza nos sitúa frente a opciones morales decisivas respecto de los bienes terrenales, estimulándonos a amar a Dios sobre todas las cosas.

Resumen

(C.I.C 1728) Las bienaventuranzas nos colocan ante opciones decisivas con respecto a los bienes terrenos; purifican nuestro corazón para enseñarnos a amar a Dios sobre todas las cosas. (C.I.C 1727) La bienaventuranza de la vida eterna es un don gratuito de Dios; es sobrenatural como también lo es la gracia que conduce a ella.

Profundizar y modos de explicaciones

(C.I.C 1722) Semejante bienaventuranza supera la inteligencia y las solas fuerzas humanas. Es fruto del don gratuito de Dios. Por eso la llamamos sobrenatural, así como también llamamos sobrenatural la gracia que dispone al hombre a entrar en el gozo divino. “Bienaventurados los limpios de corazón porque ellos verán a Dios”. Ciertamente, según su grandeza y su inexpresable gloria, ‘nadie verá a Dios y seguirá viviendo’, porque el Padre es inasequible; pero su amor, su bondad hacia los hombres y su omnipotencia llegan hasta conceder a los que lo aman el privilegio de ver a Dios [...] ‘porque lo que es imposible para los hombres es posible para Dios’”. (San Ireneo de Lyon, Adversus haereses, 4, 20, 5).

Para la reflexión

(C.I.C 1724) El Decálogo, el Sermón de la Montaña y la catequesis apostólica nos describen los caminos que conducen al Reino de los cielos. Por ellos avanzamos paso a paso mediante los actos de cada día, sostenidos por la gracia del Espíritu Santo. Fecundados por la Palabra de Cristo, damos lentamente frutos en la Iglesia para la gloria de Dios (Cf. parábola del sembrador: Mt 13, 3-23). (C.I.C 1721) Porque Dios nos ha puesto en el mundo para conocerle, servirle y amarle, y así ir al cielo. La bienaventuranza nos hace participar de la naturaleza divina (2P 1, 4) y de la Vida eterna (Cf... Jn 17, 3). Con ella, el hombre entra en la gloria de Cristo (Cf... Rm 8, 18) y en el gozo de la vida trinitaria. [Fin

(Siguiente pregunta:  ¿Qué es la libertad?)

viernes, 30 de enero de 2015

362. ¿Qué es la bienaventuranza eterna? (Primera parte)



362. ¿Qué es la bienaventuranza eterna? (Primera parte)   


(Compendio 362) a bienaventuranza consiste en la visión de Dios en la vida eterna, cuando seremos en plenitud «partícipes de la naturaleza divina» (2 P 1, 4), de la gloria de Cristo y del gozo de la vida trinitaria. La bienaventuranza sobrepasa la capacidad humana; es un don sobrenatural y gratuito de Dios, como la gracia que nos conduce a ella. La promesa de la bienaventuranza nos sitúa frente a opciones morales decisivas respecto de los bienes terrenales, estimulándonos a amar a Dios sobre todas las cosas.

Resumen

(C.I.C 1727) La bienaventuranza de la vida eterna es un don gratuito de Dios; es sobrenatural como también lo es la gracia que conduce a ella.

Profundizar y modos de explicaciones

(C.I.C 1720) El Nuevo Testamento utiliza varias expresiones para caracterizar la bienaventuranza a la que Dios llama al hombre: la llegada del Reino de Dios (Cf. Mt 4, 17); la visión de Dios: “Dichosos los limpios de corazón porque ellos verán a Dios” (Mt 5,8; Cf. 1Jn 3, 2; 1Co 13, 12); la entrada en el gozo del Señor (Cf. Mt 25, 21. 23); la entrada en el Descanso de Dios (Hb 4, 7-11): “Allí descansaremos y veremos; veremos y nos amaremos; amaremos y alabaremos. He aquí lo que acontecerá al fin sin fin. ¿Y qué otro fin tenemos, sino llegar al Reino que no tendrá fin? (San Agustín, De civitate Dei, 22, 30: PL 41, 804).   

Para la reflexión

(C.I.C 1723) La bienaventuranza prometida nos coloca ante opciones morales decisivas. Nos invita a purificar nuestro corazón de sus malvados instintos y a buscar el amor de Dios por encima de todo. Nos enseña que la verdadera dicha no reside ni en la riqueza o el bienestar, ni en la gloria humana o el poder, ni en ninguna obra humana, por útil que sea, como las ciencias, las técnicas y las artes, ni en ninguna criatura, sino sólo en Dios, fuente de todo bien y de todo amor: “El dinero es el ídolo de nuestro tiempo. A él rinde homenaje ‘instintivo’ la multitud, la masa de los hombres. Estos miden la dicha según la fortuna, y, según la fortuna también, miden la honorabilidad [...] Todo esto se debe a la convicción […] de que con la riqueza se puede todo. La riqueza por tanto es uno de los ídolos de nuestros días, y la notoriedad es otro [...] La notoriedad, el hecho de ser reconocido y de hacer ruido en el mundo (lo que podría llamarse una fama de prensa), ha llegado a ser considerada como un bien en sí mismo, un bien soberano, un objeto de verdadera veneración”. (Juan Enrique Newman, Discourses addressed to Mixed Congregations, 5 [Saintliness the Standard of Christian Principle] p. 89-91).  (Continua)

(Continua la pregunta: ¿Qué es la bienaventuranza eterna?)

jueves, 29 de enero de 2015

361. ¿Qué relación tienen las Bienaventuranzas con el deseo de felicidad del hombre?



361. ¿Qué relación tienen las Bienaventuranzas con el deseo de felicidad del hombre?   


(Compendio 361) Las Bienaventuranzas responden al innato deseo de felicidad que Dios ha puesto en el corazón del hombre, a fin de atraerlo hacia Él, el único que lo puede satisfacer.

Resumen

(C.I.C 1725) Las bienaventuranzas recogen y perfeccionan las promesas de Dios desde Abraham ordenándolas al Reino de los cielos. Responden al deseo de felicidad que Dios ha puesto en el corazón del hombre.

Profundizar y modos de explicaciones

(C.I.C 1718) Las bienaventuranzas responden al deseo natural de felicidad. Este deseo es de origen divino: Dios lo ha puesto en el corazón del hombre a fin de atraerlo hacia Él, el único que lo puede satisfacer: “Ciertamente todos nosotros queremos vivir felices, y en el género humano no hay nadie que no dé su asentimiento a esta proposición incluso antes de que sea plenamente enunciada” (San Agustín, De moribus Ecclesiae catholicae, 1, 3, 4: PL 32, 1312). “¿Cómo es, Señor, que yo te busco? Porque al buscarte, Dios mío, busco la vida feliz, haz que te busque para que viva mi alma, porque mi cuerpo vive de mi alma y mi alma vive de ti” (San Agustín, Confessiones, 10, 20, 29: PL 32, 791).  “Sólo Dios sacia” (Santo Tomás de Aquino, In Symbolum Apostolorum… expositio, c. 15).

Para la reflexión

(C.I.C 1719)) Las bienaventuranzas descubren la meta de la existencia humana, el fin último de los actos humanos: Dios nos llama a su propia bienaventuranza. Esta vocación se dirige a cada uno personalmente, pero también al conjunto de la Iglesia, pueblo nuevo de los que han acogido la promesa y viven de ella en la fe.   

(Siguiente pregunta: ¿Qué es la bienaventuranza eterna?)

miércoles, 28 de enero de 2015

360. ¿Qué importancia tienen para nosotros las Bienaventuranzas?



360. ¿Qué importancia tienen para nosotros las Bienaventuranzas?   


(Compendio 360) Las Bienaventuranzas son el centro de la predicación de Jesús; recogen y perfeccionan las promesas de Dios, hechas a partir de Abraham. Dibujan el rostro mismo de Jesús, y trazan la auténtica vida cristiana, desvelando al hombre el fin último de sus actos: la bienaventuranza eterna.

Resumen

(C.I.C 1725) Las bienaventuranzas recogen y perfeccionan las promesas de Dios desde Abraham ordenándolas al Reino de los cielos. Responden al deseo de felicidad que Dios ha puesto en el corazón del hombre.

Profundizar y modos de explicaciones

(C.I.C 1716) Las bienaventuranzas están en el centro de la predicación de Jesús. Con ellas Jesús recoge las promesas hechas al pueblo elegido desde Abraham; pero las perfecciona ordenándolas no sólo a la posesión de una tierra, sino al Reino de los cielos: Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos. Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que buscan la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los cielos. Bienaventurados seréis cuando os injurien, os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos porque vuestra recompensa será grande en los cielos. 

Para la reflexión

(C.I.C 1717) Las bienaventuranzas dibujan el rostro de Jesucristo y describen su caridad; expresan la vocación de los fieles asociados a la gloria de su Pasión y de su Resurrección; iluminan las acciones y las actitudes características de la vida cristiana; son promesas paradójicas que sostienen la esperanza en las tribulaciones; anuncian a los discípulos las bendiciones y las recompensas ya incoadas; quedan inauguradas en la vida de la Virgen María y de todos los santos.   

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martes, 27 de enero de 2015

359. ¿Cómo alcanza el hombre la bienaventuranza?



359. ¿Cómo alcanza el hombre la bienaventuranza?   


(Compendio 359) El hombre alcanza la bienaventuranza en virtud de la gracia de Cristo, que lo hace partícipe de la vida divina. En el Evangelio Cristo señala a los suyos el camino que lleva a la felicidad sin fin: las Bienaventuranzas. La gracia de Cristo obra en todo hombre que, siguiendo la recta conciencia, busca y ama la verdad y el bien, y evita el mal.

Resumen   

(C.I.C 1727) La bienaventuranza de la vida eterna es un don gratuito de Dios; es sobrenatural como también lo es la gracia que conduce a ella.

Profundizar y modos de explicaciones

(C.I.C 1716) Las bienaventuranzas están en el centro de la predicación de Jesús. Con ellas Jesús recoge las promesas hechas al pueblo elegido desde Abraham; pero las perfecciona ordenándolas no sólo a la posesión de una tierra, sino al Reino de los cielos: Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos. Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que buscan la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los cielos. Bienaventurados seréis cuando os injurien, os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos porque vuestra recompensa será grande en los cielos.

Para la reflexión

(C.I.C 2546) ‘Bienaventurados los pobres en el espíritu’ (Mt 5, 3). Las bienaventuranzas revelan un orden de felicidad y de gracia, de belleza y de paz. Jesús celebra la alegría de los pobres, a quienes pertenece ya el Reino (cf. Lc 6, 20): “El Verbo llama ‘pobreza en el Espíritu’ a la humildad voluntaria de un espíritu humano y su renuncia; el apóstol nos da como ejemplo la pobreza de Dios cuando dice: ‘Se hizo pobre por nosotros’” (2Co 8, 9; San Gregorio de Nisa, De beatitudinibus, oratio 1: PG 44, 1200).    

(Siguiente pregunta: ¿Qué importancia tienen para nosotros las Bienaventuranzas?)