sábado, 19 de mayo de 2012

Gn 15,4-6 Abram creyó en el Señor


(Gn 15,4-6)  Abram creyó en el Señor    

4 Entonces el Señor le dirigió esta palabra: «No, ese no será tu heredero; tu heredero será alguien que nacerá de ti». 5 Luego lo llevó afuera y continuó diciéndole: «Mira hacia el cielo y si puedes, cuenta las estrellas». Y añadió: «Así será tu descendencia». 6 Abram creyó en el Señor, y el Señor se lo tuvo en cuenta para su justificación.   

(C.I.C 2570) Cuando Dios lo llama, Abraham se pone en camino "como se lo había dicho el Señor" (Gn 12, 4): todo su corazón “se somete a la Palabra” y obedece. La escucha del corazón a Dios que llama es esencial a la oración, las palabras tienen un valor relativo. Por eso, la oración de Abraham se expresa primeramente con hechos: hombre de silencio, en cada etapa construye un altar al Señor. Solamente más tarde aparece su primera oración con palabras: una queja velada recordando a Dios sus promesas que no parecen cumplirse (cf. Gn 15, 2-3). De este modo surge desde los comienzos uno de los aspectos de la tensión dramática de la oración: la prueba de la fe en Dios que es fiel. (C.I.C 2571) Habiendo creído en Dios (cf. Gn 15, 6), marchando en su presencia y en alianza con él (cf. Gn 17, 2), el patriarca está dispuesto a acoger en su tienda al Huésped misterioso: es la admirable hospitalidad de Mambré, preludio a la anunciación del verdadero Hijo de la promesa (cf. Gn 18, 1-15; Lc 1, 26-38). Desde entonces, habiéndole confiado Dios su plan, el corazón de Abraham está en consonancia con la compasión de su Señor hacia los hombres y se atreve a interceder por ellos con una audaz confianza (cf. Gn 18, 16-33).   

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